Fiebre Amarilla: Lo que debes saber para protegerte

 

La fiebre amarilla es una enfermedad viral hemorrágica aguda que es endémica en áreas tropicales de África y de América Central y del Sur. El "amarillo" en el nombre de fiebre amarilla se refiere a la ictericia que afecta a algunos pacientes.

 

Los casos pueden ser difíciles de distinguir de otras fiebres hemorrágicas virales como el arenavirus, hantavirus o dengue.

 

La fiebre amarilla es una enfermedad de alto impacto y alta amenaza, con riesgo de propagación internacional, representando una posible amenaza para la seguridad sanitaria global. Grandes epidemias de fiebre amarilla ocurren cuando personas infectadas introducen el virus en áreas densamente pobladas con alta densidad de mosquitos y donde la mayoría de las personas tienen poca o ninguna inmunidad, debido a la falta de vacunación. En estas condiciones, los mosquitos infectados de la especie Aedes aegypti transmiten el virus de persona a persona.

 

¿Cúales son síntomas?

 

Una vez contraído, el virus de la fiebre amarilla incuba en el cuerpo durante 3 a 6 días. Muchas personas no experimentan síntomas, pero cuando estos ocurren, los más comunes son: 

 

  1. Fiebre 
  2. Dolor muscular con prominente dolor de espalda
  3. Dolor de cabeza 
  4. Pérdida de apetito
  5. Náuseas o vomitos 

 

En la mayoría de los casos, los síntomas desaparecen después de 3 a 4 días. Sin embargo, un pequeño porcentaje de pacientes entra en una segunda fase más tóxica dentro de las 24 horas posteriores a la recuperación de los síntomas iniciales.

 

La fiebre alta regresa y varios sistemas del cuerpo se ven afectados, generalmente el hígado y los riñones. En esta fase, es probable que las personas desarrollen ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos, de ahí el nombre "fiebre amarilla"), orina oscura y dolor abdominal con vómitos. Puede ocurrir sangrado de la boca, nariz, ojos o estómago. La mitad de los pacientes que entran en la fase tóxica mueren dentro de 7 a 10 días.

   abril 15

 

Diagnóstico

 

La confirmación de la fiebre amarilla requiere pruebas de laboratorio y es difícil de diagnosticar (especialmente en las primeras etapas) porque sus síntomas pueden confundirse con otras enfermedades comunes como malaria, dengue, leptospirosis y el virus del Zika, así como con envenenamiento. Las pruebas moleculares (RT-PCR) realizadas en muestras de sangre pueden confirmar o descartar un diagnóstico sospechoso de fiebre amarilla en los primeros 10 días de la enfermedad. Otras pruebas de sangre (serología) pueden detectar anticuerpos producidos en respuesta a la fiebre amarilla, lo que sugiere que la persona ha sido infectada o vacunada recientemente. En casos fatales, el virus también puede detectarse en el hígado y otros tejidos.

 

Tratamiento

Un buen tratamiento de apoyo temprano en hospitales mejora las tasas de supervivencia. Actualmente no existe un medicamento antiviral específico para la fiebre amarilla, pero la atención específica para tratar la deshidratación, la insuficiencia hepática y renal, y la fiebre mejora los resultados. Las infecciones bacterianas asociadas pueden tratarse con antibióticos.

 

Prevención

La vacunación es la medida preventiva más importante contra la fiebre amarilla. La vacuna contra la fiebre amarilla se ha utilizado durante décadas y es segura, asequible y altamente efectiva.

 

Por otra parte, el control de los mosquitos es fundamental, para eliminar los mosquitos, se recomiendan las siguientes acciones: evitar la recolección de agua en recipientes al aire libre (macetas, botellas u otros recipientes que puedan recolectar agua) para que no se conviertan en lugares de reproducción de mosquitos; cubrir adecuadamente los tanques y depósitos de agua para mantener alejados a los mosquitos; evitar acumular basura, tirar la basura en bolsas de plástico cerradas, dormir con toldillo o mosquitero, utilizar ropa de manga larga y repelente.

 

¡Cuidarnos es tarea de todos!

Prevenir la fiebre amarilla está en nuestras manos, con pequeñas acciones, protegemos nuestras familias y comunidades.

¡Juntos podemos frenar la enfermedad y construir un entorno más saludable! 

 

Fuente Organización Mundial de la Salud 

 

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